5-Mitos cosmogónicos precolombinos

        Los mitos cosmogónicos son uno de los relatos míticos fundamentales para cualquier cultura, ya que buscan responder a cómo surgió el universo y la propia humanidad. En la sección 4 del cuadernillo leímos tres relatos cosmogónicos: dos de origen precolombino y otro proveniente del cristianismo. Recordá releer dicho apartado antes de comenzar a pensar en tu podcast.

         Para abordar este tema hay distintas opciones que podés considerar. Por ejemplo, podés retomar alguno de los mitos con los que trabajaste en la sección 4 y relacionarlo con otro que no hayamos visto. También podés trabajar en profundidad con uno solo o dos. Todo va a depender de qué te interese a vos y a tu grupo. Si te queda alguna duda o requerís más orientación podés consultarle al profesor sobre cómo encarar este trabajo.

          De todas maneras te recomendamos no trabajar con más de 3 mitos, ya que de otra manera puede resultar algo confuso para tu audiencia.



Preguntas claves para abordar este eje

         A continuación te dejamos algunos interrogantes que podrías abordar en tu podcast. Estos son tan solo unas orientaciones posibles, podés formularte nuevas preguntas de acuerdo a los mitos elijas.

Preguntas para introducir el tema

  • ¿Qué es un mito cosmogónico? ¿por qué son tan importantes?
  • ¿Por qué elegiste estos mitos y no otros?
  • ¿De dónde provienen los mitos que elegiste? ¿son adaptaciones? 

IMPORTANTE

       No te olvides de contextualizar los mitos que elijas, es decir, contarle a tu audiencia de dónde provienen los mitos que elegiste, cómo son las culturas en las que surgen, etc. Para esto probablemente debas buscar información sobre dichos pueblos. Te recomendamos las siguientes páginas:

  • https://www1.tierradelfuego.org.ar/historia/index.php
  • https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/sites/peru prehispanico/incas.htm
  • https://pueblosoriginarios.com/enlaces/culturas2.php
  • https://argentour.com/tehuelches/

(También podés buscar por tu propia cuenta según la/s cultura/s que elijas)

       También es fundamental que leas o realices un resumen de los mitos de los cuales vas a hablar, ya que tu público probablemente no conozca los mitos que vas a analizar. Por ejemplo: "Antes de pasar al análisis del mito, queremos contarles brevemente cómo fue la creación para la cultura.... Este texto aparece en el libro... y es una adaptación de ..."

Sobre los mitos elegidos

  • ¿Cómo es el proceso de creación en los mitos que seleccionaste? ¿cuál es la situación inicial? 
  • ¿Quién o quiénes intervienen en dicho proceso?¿qué acciones realizan?
  • ¿Qué importancia tiene el lenguaje  y el pensamiento en ese proceso? ¿por qué crees que es así?
  • ¿Cuál es el orden de los elementos y seres creados?
  • ¿En dicho relato aparece la creación del hombre?¿se dice por qué fue creado? ¿con qué materiales?
  • ¿Qué semejanzas y diferencias encontrás entre los mitos que seleccionaste?
  • ¿Creés que el conocer dicho mito cosmogónico impactaba/ impacta en la vida de quienes creían/creen en estos? ¿cómo?


Algunos mitos cosmogónicos

       A continuación te dejamos algunos mitos cosmogónicos precolombinos que podés seleccionar para realizar tu podcast. También podés buscar otros en la web si te interesa, pero no olvides mencionar de dónde extrajiste dichos mitos.

El origen de la tierra según los/as guaraníes

         El principio de los tiempos estaba solo el Dios Creador, Ñamandu, que de a poco se había creado a sí mismo.

         No había ni árboles ni montañas, ni gente, nada. En su soledad, Ñamandu empezó a crear. Primero el lenguaje de los hombres, las palabras. Y entonces quiso que alguien más pudiera hablar y creó a otros dioses, cuatro parejas de dioses que a su vez iban a tener hijos también dioses.

         Después, hizo que la punta del bastón que siempre llevaba en la mano empezara a engordar, más y más. De allí salió la Tierra, de a poquito.

          Para que la Tierra no se moviera, creó una palmera. Era una palmera que iba a durar para siempre y estaba justo en el medio de la Tierra. Después creó otras cuatro en cada uno de los puntos cardinales. Y así, con esas cinco palmeras que iban a vivir siempre, sin secarse nunca, la Tierra quedó bien firme.

          Al cielo lo dejó apoyado sobre cuatro columnas, cuatro postes de madera iguales a su bastón.

           Fue entonces cuando hizo los primeros animales y las primeras plantas. Uno de los primeros que voló por ahí fue el colibrí; la víbora fue la primera que se arrastró. La primera en cantar fue la cigarra.

           Había hecho la Tierra toda cubierta de una selva frondosa, para que hubiera campos sin árboles creó la langosta, ella iba por todos lados, en algunos clavaba la cola en el suelo y allí crecía el pasto y desaparecían los árboles, así se formaron las llanuras. Cuando estuvieron listas, llegó la perdiz, que cantando contenta se quedó a vivir ahí.

           Después inventó el tatú, que se puso enseguida a escarbar la tierra. La lechuza quedó como dueña de la oscuridad; por eso, sale nada más que de noche y duerme de día.

        Después vinieron otros muchos animales y también los primeros hombres y mujeres.

         Entonces, Ñamandu se volvió al cielo y les dejó encargado a los otros dioses que cuidaran bien de todo.

         Pasó el tiempo; algunas personas se habían vuelto muy buenas pero otras se habían vuelto muy malas: no todo andaba bien, así que los dioses decidieron que era mejor hacer arreglos.

        Pero para no dejar las cosas a medias, produjeron un diluvio: toda la Tierra se inundó. La gente buena pudo subir al cielo con Ñamandu pero los que eran malos se transformaron en animales: ranas, peces y otros bichos.

          Después, Ñamandu le pidió a otro de los dioses, que se llamaba Jakaira, que se encargara de hacer de nuevo la tierra, éste a su vez delegó la tarea en su hijo Pa-pa Mirí.

           Pa-pa Mirí trabajó mucho. Hizo nuevas plantas, nuevos animales; fue amasando la tierra nueva y llenándola de árboles y pasto. Hizo ríos y arroyos. Pero parece que antes de que terminar lo llamó la madre, y Pa-pa Mirí abandonó su obra. Y dicen los Guaraníes que por eso hay montañas que no son sino montones de tierra y piedras que le sobraron al Dios y que a la gente no le sirven de nada.

Fuentes:

Palermo, Miguel Ángel (1999) Cuentos que cuentan los guaraníes. Secretaría de Cultura de la Nación. Ediciones Culturales Argentinas. Centro Editor de América Latina. Disponible en https://pueblosoriginarios.com/sur/bosque_atlantico/guarani/origen.html

Los orígenes y los dioses según los/as Koguis

      En el principio todo era oscuro, no había nada. Solo el firmamento y el mar, pero todo estaba vacío. En medio de esa oscuridad existía un pensamiento, el alma, el hálito de vida, Aluna Ñinkú, quien creó al hombre, entonces Aluna Ñinkú se ubicó en el centro del espacio y se imaginó la creación del mundo. Todo seguía siendo espíritu y pensamiento.

       Después vio que era importante la existencia de un pensamiento masculino al que llamó Ñiuantana. Cuando esto sucedió ya estaba formada la primera capa de la tierra. Posteriormente se unieron el pensamiento masculino y el femenino y trazaron con un hilo un círculo sobre el mar. Este círculo se llamó Kulchaxalé y en el centro colocaron una piedra que dio origen al primer mundo. En la segunda capa se sentó Se Mulkuexe que también era pensamiento. Él le preguntó al primer hombre cómo se organizó el primer mundo. Luego realizaron el mismo trabajo con un hilo imaginario y colocaron otra piedra que se llamó Jakkuakue Atashi. Hicieron lo mismo con la tercera capa. En cada capa existe una madre y entre ellas se coordinan. En la tercera vive Jaba Jababa. Ella era la que iba probando todos los pensamientos y contrastándolos para ver si se iban materializando.

       En la cuarta capa vive Jaba Seuyingama. Este mundo recibe el nombre de Shita Ba. En la quinta capa Aluna Jutanea, existió un pensamiento llamado Jaba Luwi que es la madre pensamiento que da idea de los animales cuadrúpedos. Aquí nacen también las canciones para los animales cuadrúpedos. Aún todo sigue siendo pensamiento.

     En el sexto mundo, Awikinexan, nace Yinsé, la hormiga y Señisé, la serpiente de dos cabezas. Nace entonces el canto de la culebra. En este mundo también todo sigue existiendo en el pensamiento.

       En la séptima capa de la tierra la madre Ninkú envía un pensamiento para que se produzcan los cultivos. Además coloca un banquito donde se concebiría la tierra negra, porque Jaba Ninkú pensaba que Niwintana tendría un hijo al que llamaría Niwintana Ñiubé. También nació Kakshininka, una culebra que funcionaba como una especie de lápiz imaginario que servía para escribir espiritualmente. Nació el canto de esta serpiente.

     En la octava capa nació Jinná, el padre de los vegetales y Tesaba, la madre de los animales venenosos y rastreros y como es obvio el canto que corresponde a estos animales. En la novena y última capa, que es el mundo donde vivimos, nace Kabayayiwun, la madre de todos los bejucos y las enredaderas y también Yitashun, la planta que es el alimento de los Kuibi, los aprendices de mama. Luego nace Kaggité Abaksu, que es una especie de frijol. También nacen los animales carnívoros, llamados Kaklabé, que es lo que nos da la idea de tigre. También nació una hormiga llamada Din.

      Todo era oscuridad y pensamiento, pero en esta capa nace el canto del amanecer.

Fuente: Trillos Amaya, M. (1993-1998). Proyecto de profesionalización de maestros del Programa de etnoeducación del MEN. Bogotá: documento sin publicar. Extraído de https://www.scielo.org.co/pdf/leng/v42n2/v42n2a10.pdf

Creación y diluvio (mito mapuche)


       Antes, mucho antes de que llegaran los blancos y lo mataran, Dios vivía en lo alto con su mujer y sus hijos, reinando sobre el Cielo y la Tierra. Aunque siempre era Dios tenía muchos nombres: Chau, el Padre, y también Antü, el Sol, o Ngnechen, Creador del Mundo.

      A la reina, que era a la vez madre y esposa de Dios, le decían Luna, Reina Azul, Reina Maga y también Kushe o Kuyén que quiere decir "Bruja" o "Sabia".

       Dios había hecho un gran trabajo: había creado el Cielo, con todas sus nubes y cada una de sus estrellas, y la Tierra de gigantescos cordones. Había hecho correr los ríos y crecer los bosques, y había entreabierto sus enormes dedos para sembrar aquí y allá los animales y los hombres, los mapuches.

        Ahora vivía en el Cielo, vigilando sus creaciones e iluminando durante el día su reino inmenso. De noche, la Reina tomaba su puesto y salía a cuidar el sueño de las criaturas dispersas. Como todos los hijos, crecieron también los de Antü y Kushe. Poco a poco, quisieron ser como su padre, crear ellos también nuevos seres y cosas, no por nada eran retoños de Dios. Y los dos mayores empezaron a murmurar, a criticar a sus padres, y a quejarse: "El Chau y la Ñuke ya están viejos, ¿no será hora de que reinemos nosotros?".

      Dios sufría por ese deseo de sus hijos, sufría y juntaba rabia. Esa rabia trataba de barrerla Kuyén, pidiéndole que no les diera importancia, que los perdonara. Pero los rebeldes no desistían; comenzaron a azuzar a sus hermanos más jóvenes y a confabularse. "Por lo menos. Deberíamos mandar sobre la Tierra", decían, y se prepararon para bajar con sus enormes pasos la escalera de nubes. Entonces el rey Chau dejó salir toda su furia. Uno con cada mano, agarró a sus hijos del mechón de príncipes que colgaba de sus coronillas. Con todas sus fuerzas de Dios los sacudió de arriba abajo y los dejó caer desde lo alto sobre las lejanas montañas rocosas. La cordillera tembló con los impactos, y los cuerpos gigantescos se hundieron en la piedra formando dos inmensos agujeros.

       Mientras la furia de Dios se deshacía en rayos de fuego, Madre Luna se precipitó entre las nubes y se puso a llorar lágrimas enormes que caían sobre las montañas, lavaban de una vez sus paredes de piedra e inundaban rápidamente los profundos hoyos. Así se formaron los dos lagos vecinos, el Lácar y el Lolog (en la provincia argentina de Neuquen), brillantes como la misma cara de Kushe, hondos como su pena. Entonces el gran Chau quiso atenuar el castigo: permitió que la vida volviera a los cuerpos despedazados y los convirtió en la enorme culebra alada encargada de llenar los mares y los lagos, llamada Kai-Kai Filu.

      Pero, príncipes o serpiente, seguía albergando el deseo de derrotar a Dios y reinar de una vez por sobre todas las cosas. Rabiosa, impotente, Kai-Kai Filu se llenó de odio contra Antü y los mapuches, sus protegidos. Y por eso azota el agua de los lagos con su enorme cola, levantando olas espumosas, se revuelve hasta formar remolinos devoradores, empuja la marejada contra los flancos de las montañas queriendo alcanzar los refugios de hombres y animales y, reptando por debajo de la tierra, provoca terremotos con la agitación enloquecida de sus alas rojas.

       Al darse cuenta de que sus criaturas corrían grave riesgo, Dios busco una arcilla especial y modeló una serpiente buena. Dijo: "Ten-Ten, éste es tu nombre", y con esas palabras le dio vida. Y antes de dejarla bajar a la Tierra, agregó: "Tu misión es vigilar a Kai-Kai Filu. Cuando veas que comienza a agitar el agua del lago, tienes que prevenir a la gente para que busque refugio y se ponga a salvo..." Pasó el tiempo, y el rey Chau decidió enviar a otros de sus hijos a la Tierra, para tener informes de lo que sucedía y hacer llevar sus instrucciones a los mapuches. El mismo quiso bajar al cabo, y ver con sus propios ojos los frutos de su obra.

       Dios apareció un día entre los mapuches como si fuera uno más, oscuro, cubierto con un cuero y con la cabeza desnuda. Les enseñó a cumplir los trabajos y respetar el tiempo: el arte de la siembra y la cosecha, la elección de las semillas y la conservación de los alimentos. Y les hizo un gran regalo: el fuego. Así fue como Dios ganó otro nombre: Kume Huenu, que quiere decir "lo bueno del Cielo".

       El rey Chau volvió a su casa y pasó otro tiempo muy largo, tan largo que la gente se fue olvidando de muchas enseñanzas que había recibido, dejó de ser buena y empezó a pelearse entre sí. Ya no había quien hiciera escuchar los consejos de Dios, los propios descendientes de sus hijos hablaban de sus antepasados sin ningún respeto. Y mientras se quejaban de todo e insultaban mirando al Cielo los hombres se robaban y se asesinaban entre ellos...

         Cada vez que se asomaba a contemplar el estado de su creación, el gran Chau se daba vuelta enseguida y apretaba los labios con amargura. Así empezó otra vez a juntar su rabia divina, hasta que decidió recurrir a Kai-Kai Filu. Y a éste le dijo: "Quiero que agites una vez más el agua del lago, que la superficie se ponga oscura , que chasqueen las olas unas contra otras y salte la espuma blanca, a ver si un buen susto hace que los hombres cambien su conducta". Pero esto también lo escuchó Ten-Ten, la culebra buena que vivía en la montaña de la Salvación. Enseguida lanzó su silbido de alerta, la aguda contraseña que se coló por todas las quebradas como si fuera un viento, convocando a todos los mapuches al cerro Ten-Ten.

      Y el pueblo, lleno de miedo, comenzó la escalada. Pero ya el lago los perseguía y, bajo sus pies, las escarpadas laderas se movían, agitadas por los terribles movimientos de Kai-Kai. De modo que hombres, mujeres y chicos rodaban como pequeñas piedras hacia el fondo, mientras el gran Chau enviaba rayos de fuego que aniquilaban a los que lograban sostenerse. Y todos murieron, menos un niño y niña que sobrevivieron en el abismo profundo de una grieta. Únicos seres humanos de la Tierra, crecieron sin padre ni madre, desabrigados de palabras y amamantados por una zorra y una puma, comiendo los yokones que crecían en las alturas. De ese niño y niña descienden todos los mapuches, resucitados. Pero el gran Chau debió de haber muerto un poco con sus criaturas, porque desde ese momento se mostró pocas veces y parecía no escuchar los ruegos de los hombres. Seguramente por eso fue posible que llegaran los blancos y le dieran la estocada final.

      Desde entonces la Tierra ya no es lo que era: las semillas no brotan como antes y las cosechas son escasas; proliferan las enfermedades y los chicos no hacen caso a los mayores. En el Cielo las cosas no marchan mucho mejor, rota la alianza entre los astros: la Madre Luna esconde entre las nubes su cara magullada y escapa, escapa siempre, perseguida por un Sol muerto...

Fuente: https://pueblosoriginarios.com/sur/patagonia/mapuche/diluvio.html

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